El melanoma es un tipo de cáncer de piel que se origina en las células productoras de pigmento llamadas melanocitos. Aunque menos común que otros tipos de cáncer de piel como el Carcinoma Basocelular o el Carcinoma Epidermoide, el melanoma puede ser potencialmente mortal si no se detecta y trata a tiempo, por su elevada facilidad para producir metástasis. Aquí encontrarás información veraz sobre este tipo de cáncer de piel para que estés debidamente informado y sepas cómo actuar si te has observado una lesión sospechosa o si te han diagnosticado un melanoma.
¿Qué es el Melanoma?
Comúnmente se conoce al melanoma como un “lunar malo”. Esto es debido a que los lunares de nuestro cuerpo son tumores benignos de melanocitos, las células responsables de producir el pigmento de nuestra piel, llamado melanina. El melanoma también es un tumor de melanocitos, pero en este caso un tumor maligno, dado que tiene capacidad para invadir la piel y alcanzar los vasos sanguíneos y linfáticos, extendiéndose rápidamente a los ganglios u otros órganos.
¿Por qué aparece el Melanoma?
El factor más asociado a la aparición del melanoma es la exposición a la radiación solar, especialmente las quemaduras solares en la infancia. Cuando somos niños es cuando las células de nuestra piel son más sensibles a la radiación. Esta radiación se absorbe, y produce un daño en el ADN que puede quedarse “guardado” durante años, hasta que esas células envejecen y se produce un error o mutación que no son capaces de reparar, apareciendo el melanoma. Es por ello que los dermatólogos insistimos en que “la piel tiene memoria”, dado que todo el daño que se produce va quedándose latente y acumulándose, pudiendo facilitar el desarrollo del melanoma.
Además de la radiación ultravioleta, otro factor implicado y que tiene gran importancia es la genética. Tener antecedentes familiares en padres, hermanos o hijos aumenta el riesgo de melanoma en 2-3 veces con respecto al riesgo promedio.
Otros factores de riesgo para padecer melanoma son tener un número elevado de lunares, tener la piel clara o ser pelirrojo, o la toma de determinados fármacos que pueden afectar al sistema inmune.
Además, las personas que han tenido un melanoma deben vigilar sus lunares en dermatología de por vida. Las posibilidades de un segundo melanoma están en torno al 3-10%, y de las personas que han padecido un segundo melanoma, hasta un tercio pueden desarrollar un tercer melanoma.
¿Cuándo suele aparecer el Melanoma y cómo evoluciona?
La edad promedio a la que se diagnostica un melanoma está en torno a los 60 años, siendo más frecuente a medida que las personas envejecen. Sin embargo, esto no quiere decir que no pueda aparecer en población joven, dado que puede aparecer en todas las edades. De hecho, es el tercer tipo de cáncer más común en pacientes menores de 30 años.
La mayoría de las veces el melanoma surge como un lunar nuevo, dado que los melanocitos recubren toda la piel. Sin embargo, en ocasiones puede aparecer sobre un lunar preexistente. Por eso es muy importante poder detectar cambios en lunares que tenemos “de toda la vida”, y hacerse chequeos regulares de la piel en busca de lesiones que puedan ser sospechosas.
Habitualmente, cuando aparece el melanoma existe una primera fase de crecimiento “horizontal” a lo largo de la superficie de la piel, en la que el melanoma no invade la dermis, y por lo tanto no tiene capacidad para encontrar los vasos sanguíneos y producir metástasis. Esta fase de crecimiento horizontal suele durar una media de 1-2 años, por lo que ese es el tiempo que tenemos para realizar un diagnóstico precoz. Una vez termina esta fase, comienza una segunda fase de crecimiento “vertical” en la que el tumor invade la dermis y puede alcanzar los vasos sanguíneos. A la invasión tumoral medida en milímetros se le conoce como “índice de Breslow”, y tiene mucha importancia para el pronóstico del melanoma.
Síntomas del Melanoma
Es importante estar atento a los siguientes signos y síntomas, que pueden indicar la presencia de un melanoma:
- Cambio en el tamaño, forma o color de un lunar existente: presta atención a los lunares que cambian de manera significativa.
- Aparición de un nuevo lunar: especialmente si crece rápidamente o adquiere una forma irregular.
- Picor, sangrado o dolor en un lunar: estos síntomas deben ser evaluados por un dermatólogo.
Una regla mnemotécnica sencilla para recordar los síntomas de riesgo del melanoma es la llamada “regla ABCDE”:
- Asimetría: si los dos lados de un lunar muestran diferencias significativas, puede ser un dato de malignidad.
- Bordes irregulares: “geográficos” o similares a las fronteras de un país, en contraposición a los bordes lisos de los lunares benignos.
- Colores múltiples: si un lunar tiene 1-2 colores no es preocupante, pero si muestra varias tonalidades debemos consultar.
- Diámetro mayor a 5 mm: son lunares de un tamaño mayor al grosor de un lapicero. Los más pequeños raramente van a preocuparnos.
- Evolución: es el parámetro más importante. Se refiere a la existencia de cambios en el tiempo, es decir, la aparición de un nuevo lunar, el cambio en forma, tamaño o color de uno preexistente, o la aparición de síntomas como picor o sangrado.
Diagnóstico y Evaluación
Si sospechas que puedes tener un melanoma, es crucial consultar a un dermatólogo. El diagnóstico puede implicar las siguientes evaluaciones:
- Exploración física: se evaluarán los lunares y otras lesiones para detectar posibles signos de malignidad.
- Dermatoscopia: consiste en observar la lesión mediante un dermatoscopio, que no solamente aumenta la imagen a modo de “lupa”, sino que gracias a la luz polarizada permite ver estructuras por debajo de la epidermis. Esto ayuda enormemente al diagnóstico a los dermatólogos bien entrenados en dermatoscopia.
- Examen histológico: en algunos casos, será necesario analizar el tipo de células de la lesión para confirmar el diagnóstico. Esto puede realizarse mediante una biopsia de piel (tomar una pequeña muestra de tejido para su análisis en laboratorio) o mediante técnicas más avanzadas como la microscopía confocal, que permite analizar el tipo de células sin necesidad de cortar la piel. Puedes encontrar más información acerca de esta tecnología en el apartado de diagnóstico.
Tratamientos para el Melanoma
El tratamiento del melanoma dependerá del estadio del cáncer. Algunos de los tratamientos más comunes son los siguientes:
- Cirugía: la extirpación quirúrgica es la forma principal de tratar el melanoma en sus etapas iniciales. Aunque es más utilizada para el cáncer de piel no-melanoma, en algunos tipos especiales de melanoma puede optarse por la Cirugía de Mohs, o extirpación controlada al microscopio, lo que permite asegurar la curación extirpando la mínima cantidad de piel posible, favoreciendo así el resultado estético. El Dr. de Perosanz es experto en este tipo de cirugía. Puedes encontrar más información acerca de ella en su correspondiente apartado.
- Inmunoterapia: se trata de nuevos fármacos que han supuesto toda una revolución terapéutica en el cáncer, al activar el sistema inmune del propio individuo para que sean las propias células defensivas las que acaben con el tumor. En el caso del melanoma, se utiliza cuando este ya ha alcanzado los ganglios, lo que puede averiguarse mediante la biopsia selectiva del ganglio centinela. Puedes encontrar más información acerca de esta y otras terapias avanzadas frente al cáncer de piel en el apartado de tratamientos.
- Terapia dirigida: son otro tipo de fármacos avanzados que atacan a las células cancerosas específicas sin dañar las células normales. En el caso del melanoma, puede utilizarse cuando existen determinadas mutaciones. Al igual que la inmunoterapia, se reserva para casos avanzados o de especial riesgo.
Prevención y Cuidado Post-Tratamiento
Adoptar hábitos de protección frente a la radiación ultravioleta es crucial para prevenir el melanoma y otras lesiones cutáneas malignas. Esto incluye el uso de protector solar, ropa protectora y evitar la exposición prolongada al sol durante las horas pico. Si has sido diagnosticado de un melanoma, es obligatorio que realices un seguimiento regular en dermatología para monitorizar la piel y detectar posibles recurrencias.
Si notas algún cambio sospechoso en tus lunares o deseas una evaluación profesional, no dudes en solicitar cita cuanto antes. El diagnóstico precoz es clave para mejorar el pronóstico de cualquier tipo de cáncer de piel.